Sálvese Usted Mismo!

martes, 17 de abril de 2007

Bloody Hell!

Esto lo escribí hace dos semanas, en las vacaciones.. No tengo interné' y no puedo actualizar muy seguido, pero ahí les va..



Solo éramos dos hombres, frente al terreno de batalla. Armas en mano, y la voluntad corriendo por las venas. Nos adentramos entre la maleza, dispuestos a librar la primera batalla. La sangre fría, con resquicios del alcohol de la noche anterior, pero con entereza, dispuestos a enfrentar casi cualquier cosa, a dejar en el terreno a los enemigos que se lleguen a presentar, en el primer día de lucha..
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..bien bonito que traía el alucín ayer. Machete en mano, mi papá y yo nos fuimos al campo donde siembra para quitar todas las hierbas malas. Ese va a ser mi trabajo en los próximos días, pa' aprovechar mis vacaciones. Y como dice mi apá', no hay mejor terapia que ponerse a desyerbar en el campo, y luego tomarse un seicito bien helado. Y es cierto, me cae que lo voy a utilizar con mis futuros pacientes.
Ahí estábamos. Empezamos a tirar chingazos con el machete, y yo emocionadísimo después de ver 300 dos veces, y haber releído el cómic otras cuatro. Traía un alucín bien denso, viendo persas en cada tallo de girasol, que tenían casi mi tamaño, imaginándome que el sonido del aire al pasar entre el maíz era el sonido de las flechas cayendo a mi alrededor, mientras yo pasaba por un eufórico estado berserker. Cuando de repente aparecieron.
Tal como en 300, primero se escuchó el zumbido característico, e inmediatamente después, empezaron a cubrir el cielo. Cientos, miles de ellos, como si fueran flechas. Comenzc a sentir las dolorosas punciones en mi piel. Eran unos mosquitos mutantes, mezcla entre pterodáctilos y aviones F-16. Hijos de su chingada madre.
Traté de mantener la calma. Los primeros piquetes no implicaban mucho sufrimiento, al contrario, arreciaban mi rush eufórico y enérgico. Pero a cada paso que avanzaba, salían de entre las plantas nuevas hordas furiosas de mosquitos cada vez más sanguinarios, cínicos y resistentes. Mataba los que podía, e intimidaba a otros tantos con mis bravos alaridos y poderosos embates de mi machete.
De repente, comencé a sentir los piquetes en mi espalda y piernas, por sobre la armadura que traía puesta (bueno pues, la playera de pokemón y el pantalón de DeGuan.. todavía sigo con el alucín). Cada vez arremetían mosquitos más fuertes, ejércitos enteros entrenados para desangrar a un mamífero de varias toneladas en pocos segundos. La sangre ya empezaba a escurrir por mis brazos, sangre que salía del interior de sus cuerpos reventados, pero que ellos habían sacado salvajemente de mis venas. Era una lucha encarnizada. Mi deber era cortar las plantas, pero los moscos me dificultaban la tarea cada vez más.
Hubo un momento en el que volteo a mi brazo izquierdo, y había una hilera de cinco o seis envíados del mismísimo demonio, prendidos de mi brazo, succionando por mililitros mi preciada energía, para después voltear a verme todos simultáneamente con cara de "jeje.. pendejo". Mi virilidad se tambaleó, cuando por supervivencia, tuve que correr lejos del campo de batalla, a punto de gritar como una niña asustada, porque ya no sentía lo duro sino lo tupido. Consideré seriamente el cortarme el brazo izquierdo con el machete, para recuperar un poco mi hombría, y tener menos superficie para que los malditos bichos me picaran. Mientras me sacudía epilépticamente entre la nube infernal para evitar ser desangrado, volteo a ver a mi papá, que me veía con una mezcla de extrañeza, susto y diversión, y descubro que ningún mosquito lo había picado a él. Malditos! Sólo iban contra mí! Habrá sido el olor a crudo?
Regresé a la batalla, no iba a perder el honor de esa manera. Por otras tres ocasiones tuve que retirarme momentáneamente (la prudencia y el cariño por la vida no quita el honor y el deber), pero volví a terminar con mi tarea el mismo número de veces.
Al fin terminé, sudoroso, ensangrentado y furioso. Optamos por retirarnos por el resto del día, comprar unas cervezas, y descansar para la próxima batalla.
Tuve que curar mis heridas bañándome en cerveza, y cauterizando los profundos piquetes -que parecían haber sido efectuadas por lanzas candentes- con la punta de un habano prendido.
Hoy se llevará a cabo la segunda batalla. Necesito retirarme para elaborar mi nueva estrategia, sacarle filo a mi arma, y embarrarme todo de lodo, para enfrentarme con esos hijos de puta de los mosquitos salvajes y sanguinarios.

3 comentarios:

El Pinche Contreras dijo...

Eres mas chingón que Leonidas me cae, partele su madre a los putos esos.
Saludos

Anónimo dijo...

benitation

nel, a mi no me haces pendejo, esa madre la escribiste cuando andabas pacheco... vales verga
un saludo

Garnacher dijo...

Yo tengo una chara buenísma acerca de jejenes y yo haciendo equipo, pero lamentablemente no la puedo contar. O buno, chanza y sí si cambio los nombres de las pesonas involucradas... aunque tal vez adivinarían los reales. Pero está buena buena.